Crear virus ahora da pasta
No sé si se ha dado usted cuenta. Las noticias que desaparecen de los periódicos rara vez llaman nuestra atención. Pero haga memoria, ¿cuándo fue la última vez que los telediarios incluyeron un breve y alarmista corte sobre un virus que se expandía por todo el mundo a velocidad de vértigo? ¿Qué fue de aquellas epidemias de curiosos nombres como Sasser, Blaster, Melissa o ILoveYou? ¿Acaso los hijos de mala madre que los creaban han decidido reformarse e ingresar en un convento? Pues, desgraciadamente, me temo que no.
La razón de semejante participación es que los creadores de virus se han dado cuenta de que pueden ganar dinero a nuestra costa, y eso se consigue mejor silbando y mirando hacia otro lado que apareciendo en los papeles, que era su motivación anterior. Con esto no me refiero a esa vieja teoría conspiranoica de que los virus los crean las empresas de antivirus. Suficiente mala gente hay, creando centenares de malas hierbas todos los días, como para que lo necesiten, arriesgándose además a la ruina si cosa tal se supiera. No, las fuentes de financiación son otras, principalmente una que de por sí ya merece el odio eterno de la humanidad: el spam.
No es la única, claro, evidentemente también les da por el famoso phising, que son esos correos que muchas veces parecen traducidos del inglés con un programa automático, bastante malo por cierto, en el que te piden encarecidamente que escribas el usuario y contraseña del acceso por Internet a tu banco en una dirección muy rara. Pero comoquiera que con eso no se gana lo suficiente, también se están poniendo al servicio de los spammers de diferentes maneras. Todas ellas requieren introducirse en nuestros ordenadores, lo más silenciosamente posible, y en cuantos más se puedan meter, mejor.
Además de las cuentas bancarias, existen otros datos que pueden ser de utilidad a terceros, como tus hábitos de navegación o tus direcciones de correo, para las que un gusano que se quede silenciosamente instalado enviando informes es más útil que uno que revele su identidad y se contagie demasiado rápido. Existe también un tipo de códigos maliciosos llamados ransomware, que encriptan los ficheros del ordenador al que atacan y les piden dinero a cambio de la clave para recuperarlos. Por otro lado, cada vez está más extendida la "costumbre" de secuestrar equipos para enviar correos masivos. Los virus adoptan la forma de caballos de Troya, que se introducen en el ordenador y otorgan a su creador el mismo control que el propietario de la computadora; las máquinas así controladas se denominan "zombies".
Así pues, quien sabe si su propio ordenador está secuestrado sin que usted lo sepa. Las medidas de seguridad que debemos tomar son las de siempre: tener un antivirus actualizado, un cortafuegos o firewall activado, tener tanto el Windows como los demás programas a la última y no dedicarse a abrir adjuntos a los correos sin ton ni son. El que haya dejado de haber grandes epidemias en los titulares no significa que estemos fuera de peligro. (¡Más madera, es la guerra!)
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