Tu hijo, sobrino, vecinito,... es -más que probablemente- un guarrete de tomo y lomo

¡El 28 por ciento de los menores de edad accede a contenidos pornográficos en la red!

El 66 por ciento de los menores utiliza internet habitualmente, y un 11 por ciento desarrolla características del llamado desorden de adicción a la Red. Además, el 15 por ciento supera las 10 horas diarias frente al ordenador, mientras que un 36 por ciento se conecta para chatear, el 17 para jugar y el 13 por ciento para bajarse música. Pirateada, encima. ¡Pero qué cojones les enseñan a los niños en la escuela!

El que quiera puede encontrar cualquier cosa y aprender lo que le llame la atención sin ningún control, y es que en la red hay ¡más de 750 millones de páginas de sexo! -sí sí, 750 millones, no te hagas el despistado que tú ya has visitado 700 millones-, un escenario de riesgo en el que el menor puede ser víctima o autor porque hay situaciones de adicción a la pornografía infantil del propio menor.
Por otro lado, el perfil del pedófilo ha cambiado con la aparición de internet y ha pasado de ser un solitario a encontrarse con muchos más como él, con los que se pasa fotos para hacerse pajitas. Van con su cámara digital y luego las cuelgan de la Red y las pasan a su grupo de amigos, intercambiando comentarios y experiencias, de forma que la distribución empieza a ser doméstica. Los pedófilos van reforzando su conducta y se envalentonan, llegando incluso a tener un periódico en internet y a lanzar mensajes en los que se justifican y se equiparan a los homosexuales.

En internet, la investigación es compleja porque existen paraísos informáticos donde hay muy poco control y el anonimato que proporciona no facilita la labor.
Se hace necesario, pues, potenciar la persecución policial, hacer esfuerzos en el campo de la legislación internacional y crear una ciberpolicía para controlar el ciberespacio que acabe con la impunidad del paraíso informático.